Entrevista realizada por Cynthia Machín, en mayo 2023
¿Cuánto tiempo llevas confeccionando sombreros de colmo y cómo empezaste?
Pues hace 15 años... Y empecé porque hacían falta sombreros en el taller de mi madre, María Ester, y no había nadie que los hiciera. Me picó la curiosidad, compré un sombrero y lo desarmé, y lo armé, hasta que, a los 3 meses, me salió el primer sombrero. Pero mal hecho eh... aquello yo no diría que era un sombrero. Pero bueno... fue el experimento para seguir después.
¿Qué materiales utilizas para confeccionar los sombreros?
El centeno. Lo sembramos nosotros. A veces me lo dan, pero normalmente lo sembramos nosotros en invierno para recogerlo en verano. Aprovechamos mucho el agua de lo que llueve para regarlo. Y se seca solo, de forma natural. Y por lo demás, aguja e hilo para que se aguante la forma del sombrero sin deshacerse.
¿Cuánto tiempo inviertes en hacer un sombrero ahora mismo teniendo más rodaje y experiencia?
Depende. Ahora la verdad es que me sale de forma natural y bastante rápido porque es algo que he hecho todos los días durante estos 15 años... Si tengo el cereal limpio, tengo la “empleita” hecha y sólo lo coso, tardo un día. Del primero de estar 3 meses para hacerlo a ahora sólo estar un día pues... hay una diferencia. Si no tengo el cereal limpio sí que lleva más tiempo porque limpiarlo es un proceso muy lento muy lento... porque tienes que limpiarlo “pajita por pajita”, de una en una. Entonces... no deja de ser paja. Y el cereal tiene que secarse, se recoge, se guarda, y todavía, antes de que empiezas a elaborar el sombrero, tienes que limpiarlo y luego trenzarlo, que es el “empleitado”.
¿Hay diferentes tipos de “empleita”? ¿Cuál o cuáles usas?
Sí mi niña, hay muchísimos. El que más uso yo es el “de pico”. Me gusta mucho porque es sencillo. Después está el “liso”... Hay muchos, pero el que a mi más me gusta es el “de pico”. No hay nada estipulado para hacer un sombrero. Antes lo hacían “como se podía”. Es decir... no hay un tipo de empleita “correcto” para un tipo de sombrero. No es que alguien te vaya a decir “esa no es la ‘empleita’ que lleva ese sombrero”. Cada uno usa la que le gusta, por estética, por cómo le afecta a la “laboriosidad” a la hora de trabajarlo o por una combinación de ambas cosas.
¿Ha cambiado algo en la forma de elaborar los sombreros desde el pasado hasta hoy?
Bueno... es que ya no hay nadie que haga esto aquí. Yo la verdad es que sólo conozco a otra persona de la zona oeste de la isla, que parece ser que se vio afectada por el volcán, y no sé si seguirá en el oficio. Pero es que, al ser un proceso tan laborioso, y la sociedad estar tan acostumbrada a conseguir de todo de forma inmediata y barata, a golpe de “clic” de ordenador, pues no quieren invertir tiempo en aprender a hacer esto. En general, la gente no tiene paciencia para hacer este tipo de trabajos. Hay excepciones seguro. Pero yo no las he encontrado.
El proceso que sigo yo, por este orden es: siembro el grano en invierno, lo recojo y lo guardo en junio, cuando se seca, y lo voy limpiando. Uno a uno. Le voy quitando la tripa, que es el “colmo”, y con el “colmo” elaboro la “empleita”, que es el trenzado, y con la “empleita” elaboro el sombrero, cosiéndolo y dándole forma, y el cosido tiene que hacerse de tal manera que aguante la forma del sombrero.
¿Cuál ha sido la mayor dificultad que se te ha presentado como artesana? ¿Y el momento más gratificante?
Realmente no recuerdo tener momentos complicados quitando el momento de cuando estaba aprendiendo. Me veía como “impotente”, por no saber y tener que sacarlo yo sola, porque me pasó también esto de “toparme con gente cerrada”. No me quisieron enseñar, por aquello de la competencia y el secretismo, “guardarse los trucos”, etc. Entonces, ese proceso de tener que descubrir yo misma cómo se hacían fue la mayor dificultad para mí.
Y la mayor gratificación sin duda es acabar el sombrero y ver el resultado del trabajo. Queda tan bonito el resultado que es como una liberación verlo y sentir por dentro ese: “mereció el trabajo y el tiempo”. Se regocija uno por dentro de ver el resultado del esfuerzo y el tiempo, la verdad. Muchas veces me pasa que me cuesta venderlos. Es como si se llevaran una parte de mí.
¿Cómo ves el futuro de este trabajo en La Palma y en Canarias en general?
Inexistente. Esto se va a perder. De hecho, tengo ofertas para dar cursos... pero... no tengo tiempo ahora. Si nadie puede dedicarle tiempo a enseñar este “arte”, se va a perder. Conmigo, al menos. Porque luego tampoco es que haya unas condiciones que permitan que uno pueda vivir sólo de este trabajo. Siempre lo tienes que complementar con algo porque, si no, es imposible.
¿Algo que quieras transmitir a futuras generaciones que se quieran dedicar a hacer sombreros o a la artesanía en general?
Pues lo más importante es que tengan mucha paciencia. Y, en el caso de esta labor de elaborar sombreros que es la que yo conozco, que tengan algo con lo que complementarlo que les permita pagarse sus gastos, porque, si no, se hace inviable.