¿Durante cuánto tiempo estuvo trabajando en la apertura de las galerías y en cuántas de ellas trabajó?
Pues el tiempo que estuve trabajando fueron 10 años. Y trabajar, trabajé en 4. Melenos, Girineldos, Pajaritos y Cuevitas. En ese orden trabajé. Primero estuve en Melenos, después en Girineldos, Pajaritos y Cuevitas. Por ahí tengo una placa conmemorativa que me dieron por esos trabajos. En la más que trabajé fue en Cuevitas. No recuerdo exactamente cuánto tiempo estuve pero... sobre 4-5 años estuve trabajando allí.
¿Con qué recursos contaban: herramientas, medidas de seguridad, etc? ¿Había medidas de seguridad?
Ninguna. En ese entonces las cosas no eran como hoy. Medidas de seguridad: ninguna. Herramientas pues... un pistolete, una maza, pico y pala. Eso era lo que había. Y para ir sacando el material de las galerías teníamos una vagoneta. En todas las que yo trabajé, por lo menos, había una vagoneta. Lo que pasa es que en algunas, por ejemplo en Melenos, teníamos una, en Girineldos teníamos tres, porque trabajábamos con motor. En Pajaritos teníamos una, y en Cuevitas teníamos una también. Las vagonetas se empujaban a cuerpo. Motor para escalichador y martillo sólo tuvimos en Girineldos. En Melenos, en Pajaritos y en Cuevitas era “a la mano”. Con un marrón dándole ahí. Eso era a mano.
¿Cómo localizaban el agua, es decir: cómo sabían dónde había agua y hacia dónde abrir la galería?
Eso era en una dirección hacia ‘lante hasta que se encontrara. Ahora, no se sabía si estaba a los diez metros, si a los veinte, si a los doscientos. Íbamos como los ciegos. Caminas hasta que encuentras que te caes porque encuentras un “derriscadero”. Donde iba a estar el agua no se sabía. En Melenos... Melenos ya tenía un poquito de agua. Nosotros estábamos trabajando pa’ buscar más. Cavando pa’ buscar más, encontramos lo que llamábamos un dique. Los diques son cuando llegas a una piedra, “una laje”, atravesada en la galería. Llegamos, entontramos un dique de esos y, cuando encontramos un dique, siempre podíamos irle, pasábamos una barrena, no sea que detrás hubiera agua o algo así. Y en ese dique llegamos, le metemos la barrena de sesenta – sesenta centímetros – y no alcanzó. ‘Tonces cogimos una más grande que teníamos, la calamos más, y, al “calala”, ¡buf! ¡Disparó un chorro de agua que tumbaba a uno! Entonces ya dijimos “bueno... aquí... no se pueden dar barrenos”. Entonces, ¿qué hicimos? Otro agujero. Y pasó igual. La calamos otra vez. ¡Otro chorro de agua! Estaba más o menos a ochenta centímetros. Y la barrena primera que hicimos era de sesenta. Le faltaban tanto así (simula el tamaño con las manos) p’agujerar el dique. Le dimos cinco agujeros. Y, cuando le dimos los cinco agujeros, dijimos “no no... aquí, ahora ya no”. Porque aquello ya parecía un mar de agua. Los agujeros del agua cruzaban los chorros de un lao’ pal otro, cayendo a los costaos... Aquello, allí, era digno de ver. Bueno. Salimos pa’ fuera. Cuando llegamos fuera, estaba Pedro. Nosotros teníamos la galería ajustada, y él entraba con nosotros en el ajuste. Dentro estábamos tres, y él, cuatro. Entonces, Santiago le dijo a Pedro: “vaya a pesar, a ver la contadora a ver qué le parece”. Fue y vió la pesadora: “Puff... pui’ ¿qué pasó ahí dentro? ¡Vamos pa’ dentro!”. “No, ‘vaiga’ usté si quiere, que ahí tiene el carburo. Nosotros ahora almorzamos, nos acostamos a dormir y, después sí. Después sí vamos pa’ dentro. Pero ahora no”. No nos dijo más nada. ¡950 pipas! Venía el canal a lo que daba. Entonces, cuando fuimos, llevamos unos palos de acebiño, y un machete pa’ prepararlos pa’ meterlos en los agujeros, y darles con una maza pa’ que quedaran taponaos. Entonces, dejamos abiertos dos agujeros, y los otros tres los tapamos. Y con los dos abiertos, ahí en lo que estaba era 300 y pico de pipas, cerca de 400, que estaban saliendo. Pa’ no dejarle todo aquello. Después se llamó a Tenerife pa’ ver qué iban a hacer con esto, porque el presidente estaba, era en La Orotava. Y entonces... de allá les dijeron que no tocáramos nada más ahí que ya ellos venían en la semana próxima a asomarse pa’ ver la galería. Nos dijeron el día que iban a venir y entonces, ese día, pues estábamos allí también. Entramos... cuando vieron lo que había fuera y vieron lo que estaba tapao, entonces medimos las pipas a las que había llegado, y dice: “no... aquí, esto... de momento aquí no se toca más”. Limpiamos entonces el frente, todo el escombro... Bueno... dejamos aquello allí limpito. Y ahí se quedó, sin tocarle, catorce años. Y, cuando pasaron catorce años le rompieron el dique. Pa’ mi, le tenían que haber puesto llaves a aquellos agujeros que estaban ya hechos. Unos taparlos. Y otros ponerles llaves para, cuando había que cerrarlas, “cerralas”. Y, cuando no, abrirlas. Y no romper el dique. Le dieron después no sé si unos metros que le dieron más adelante, y el agua no aumentó nada. Y ahora, han querido trancarla y no ven dónde trancarla. Pa’ mi que, si la trancaran donde mismo estaba ese dique, lo mismo sí la trancaban. Pero no sé cómo habrán hecho porque yo allí no ha estado más.
¿Sabe cómo se eligió el equipo de trabajo para abrir las galerías o fue algo “al azar”?
Oferta ninguna. Llamaban a uno y, si quería trabajar, se presentaba allí. A mi me lo dijeron. Fui y así... Y el que quería marcharse se marchaba cuando le daba la gana. Teníamos seguro de accidentes, pero no cotizamos. A la seguridad social nada. En Melenos, seguro de accidentes sí, pero, cotizado en la seguridad social, ni una peseta. Eso era así entonces. Donde yo empecé a cotizar fue en Girineldos. En Girineldos ya sí cotizábamos. Ya con eso seguí después pa’ Pajaritos y luego pa’ Cuevitas cotizando también en la seguridad social. El hacer las galerías vino copiado de Tenerife. Porque allá las galerías llevaban funcionando muchos años. Y con agua. Y entonces... Aquí había uno en el norte que empezó en 1921 a abrir la galería de Pajaritos. Entonces... Mira tú la fecha que empezó esa... El 21.
Usted y quienes trabajaron en las galerías compartieron muchas horas y días juntos. ¿Recuerda alguna anécdota o historia “memorable” que quiera y pueda compartir?
En la de Melenos sí nos quedamos porque era lejos pa’rriba. Había unos camarotes que cavamos en la montaña con camastros de hojas y “pinocha”. Y allí sí nos quedamos muchas veces. A las otras galerías iba uno y venía pa’ casa. Y anécdotas o historias memorables... Aparte de lo digno de ver cuando uno alcanzaba el agua, pues no... Compañeros trabajando. Allí cosas graciosas pocas. De eso nada. Trabajar. Jornadas de diez horas a pico y pala. Luego nos bajaron una hora. Pero, cuando yo empecé en Melenos eran diez horas de trabajo. Y diez horas ¿sabes cuánto era el sueldo? Cuarenta pesetas. En la costa, trabajando huertas, pagaban, diez horas, veinticinco pesetas. Por eso fui yo pa’ las galerías.
En La Palma se habla mucho de la figura de los “aguatenientes”. Estas personas, ¿tuvieron algún papel en la apertura de las galerías? ¿Cómo acabó la gestión del agua de la isla en sus manos?
En el norte no había “aguatenientes”. Aquí lo que había era “accionistas”. Y los accionistas tenía cada uno las que creía que podía mantener. Unos tenían una, otros tenían cuatro, otros tenían diez... pero las pagaban. Eso se pagaba una cuota, por cada acción, mensual. Y cada uno pagaba arreglado a las que tenía. Según las posibilidades de cada uno, pagaban y tenían acciones. Pero, los aguatenientes estaban en el sur. Y eso’ tenían agua de La Caldera de Taburiente, que estaba allí y ellos se la quedaron y dispusieron de ella.
Como trabajador en la apertura de las galerías seguramente conozca, de primera mano, información que mucha gente que critica la situación del agua en La Palma desconoce. ¿Qué le parece el estado de la gestión del agua en La Palma?
La galería que tiene, tiene. Y la que no tiene, no tiene. Porque también hubo galerías que no dieron agua ninguna o no llegaron donde tenían que llegar. Pero de otra cosa de gestión de agua yo no sé porque yo he estado fuera de ahí mucho tiempo.
Mucha gente dice que, aunque no haya llovido, la isla tiene reservas de agua suficientes. Y esto a pesar de que parece ser que no se ha hecho un estudio del estado de las galerías tras la erupción del volcán Tajogaite. Usted que ha estado dentro de ese suelo, ¿cree o sabe si, aunque no llueva y a pesar del volcán, el estado de las galerías podría haberse mermado o mantenido?
Si no llueve no hay agua. Hace falta que llueva. Y, si llueve, tenemos agua. Si no llueve no hay agua. Si llueve bien, las reservas de agua aumentan. Si no llueve, nada. ¿Por qué? Porque eso, la cumbre es como una esponja. Si tú coges y mojas bien una esponja, y la pones que ella escurra, puede estar escurriendo un día. Una esponja. Y está goteando, goteando,... Constante, pero un tiempo limitado si la esponja no se vuelve a mojar otra vez. Pues la cumbre es como esa esponja. Cuando se moja bien, entonces por debajo están las capas, y están los diques que yo te dije antes, y que retienen el agua. Si llueve tenemos agua. Si no llueve no tenemos agua ninguna.