15 de abril de 2025

La Palma bonita Nuestra Tierra

Nuestra Tierra, de casi todo
Nuestra Tierra, de casi todo
DE TODO
Por Carlos Pais Lorenzo · En la tierra en la que vivimos siempre hemos podido presumir, disfrutar y alimentarnos, de muchas variedades vegetales o animales, a los cuales, nuestros ancestros, cuidaban y mimaban para conservarlos en el tiempo, ya fueran plantas, de las cuales recogían sus frutos y guardaban sus semillas para volver a sembrar, o en el caso de arbustos, tener la leña que en aquel entonces se necesitaba para cocinar, calentarnos, ahumar el queso o ver en la oscura noche. De los árboles, como el pino, el brezo, el castaño o otros de los que hemos hablado, tener su madera para después de tratarla y trabajarla, hacer los muebles del hogar, el techo de nuestras casas, los utensilios para trabajar en el campo o herramientas para poder fabricar las mismas, o saltar por nuestros barrancos, el caso de la lanza de nuestros cabreros.

Cuando llegaron los conquistadores y arrasaron con muchas de nuestras costumbres, tuvimos que empezar a adaptarnos y aprender a usar los materiales que traían desde fuera, y con la capacidad adaptativa que caracteriza al ser humano, aprendimos también a trabajar los metales, y aprendimos a hacer las puntas de nuestras lanzas, el regatón, los cuchillos canarios, podonas para ir a coger el feje de hierba para los animales, o los herrajes para nuestras puertas, la de aquellos pajeros que hoy en día se derrumban por no usarlos y mantenerlos. Adquirimos sus conocimientos, los de la gente que nos conquistó, y los hicimos nuestros, tanto, que de otras partes de mundo llegan y admiran lo que tenemos... bueno... lo que teníamos, pues ya queda poco y pocos que quieran seguir aprendiendo estos oficios de antaño.

En el caso de los animales, aparearlos para perpetuar la especie y poder seguir teniéndolos para alimentarse de su carne, de su leche o beneficiarse de su fuerza para el trabajo en el campo, llegando inclusive, a tenerlos en los bajos de las casas, para que la tea absorbiese su calor y que la casa en general fuera más cálida en pleno invierno, cuando, por cierto, en aquellas épocas si que existían las estaciones y se diferenciaban entre ellas, no como hoy, que parece solo haber dos estaciones. La cabra que nos “entregaba” su leche, la que comíamos, como se decía antes, con nuestro gofio, o para hacer el queso tierno, que se volvía curado y más fuerte de sabor y olor cuando lo dejábamos madurar dentro de la piedra. Las vacas con su leche rica en grasa y la que se aprovechaba para hacer mantequilla con su nata. Cochinos negros que se mataban de forma ceremonial en contadas ocasiones y que hacía que se reuniese la familia para ayudar y aprovecharlo todo, haciendo chicharrones, chorizos, guardar la carne cubierta de sal y, como no, celebrarlo asando a las brasas carne para que comieran todos, con unas papas y un buen vino, el cual, en ocasiones, por aquellas épocas, era más abundante que el agua.

Y sí, de ahí venimos, de toda esa riqueza cultural que con el tiempo se va perdiendo, para dar paso a lo que tenemos hoy en día en Nuestra Tierra, una Tierra que tiene ya muchos miles de años, y que sabe que no siempre estuvo poblada por gentes que no valoraban de verdad lo que fue, una tierra fértil, rica y virgen, que hemos convertido en montones de piedra y polvo para poder llenarla de hormigón y así, poco a poco, desvirtuarla y hacer de ella una isla en medio del planeta, disfrazada, de centros comerciales, hoteles y Burger King.
VACA PALMERA
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