Estoy full de emoción y de gratitud por la abrumadora preocupación de las autoridades sanitarias de la nación, de las autonomías y locales por el efecto que las elevadas temperaturas estivales puedan tener sobre mi deteriorada ma non troppo salud. Me abruma que considerando las crecientes carencias del sistema público de salud en lo relativo al personal, operaciones, urgencias y demás tengan tan encomiable preocupación por el efecto de la calufa de verano hasta un punto de diseñar un amplio plan de protección preventiva en zonas de más o menos caloraja. Ahora les propongo otro plan, tal vez no tan osado arriesgado y mucho menos creativo que el de las susodichas temperaturas veraniegas, me refiero a zonas de precios de viviendas y alquileres de las mismas, zonas de alquileres muy calientes, por no decir, infernales, zonas A, luego zonas de alquileres calientes, sólo soportables por gente de piel económicamente invulnerable, o zona B, otra zona de alquileres calientitos, suficientemente calentitos para que la gente los pague sudando sangre, o zona C, otra zona viviendas caravana arréglatelas como puedas, o zona D, y finalmente para no pasarme de prolijo y estar a la altura de las autoridades sanitarias, una zona ya asequible de sufrimiento activo en cuevas, descampados, bajo puentes en plan Carpanta, viviendas abandonadas en aldeas ruinosas etc. La clasificación de venta de viviendas sigue unas pautas parecidas a las anteriores, en fin, mientras tanto empiezo a notar un calorcito que anuncia un veranito sahariano y espero como buen ciudadano estar a la altura de la preocupación que las autoridades sanitarias tienen por mis sudores. En fin.