24 de noviembre de 2025

Humor & Sátira Rumores y Graznidos

El puerto de Tazacorte y el folklore palmero

Larga vida al puerto de Tazacorte, que ya fue puerto cuando los castellanos se llevaron con alevosía y premeditación al gran Tanausú, y cuando el tremendo episodio de los cuarenta mártires y un largo etcétera. Y una larga tradición de pescadores en un puerto que ahora quieren ampliar para pescar turistas. Pero Tazacorte y su siempre inacabado puerto forman parte de una larga lista de asignaturas pendientes de una isla siempre en construcción, como la Fuente Santa, que es tan santa por la santa paciencia de los palmeros desperdiciando un balneario que fue de los más famosos de España y más allá. Y no te digo nada de la carretera de Las Manchas incluido el paso hasta la rotonda de Tajuya, de la ya mítica estación de guaguas de Somos Capital, del puente de las Angustias, sueño de la fantasía épica palmera, o la singular y onírica carretera de la costa de Fuencaliente al Remo, y digo onírica porque ya aparece en mis sueños y pesadillas barranqueras. Todo muy acorde con el folklore del palmero sube a la palma y quiero que te pongas la mantilla sicodélica etc. En fin, ya los palmeros no respetamos el folklore de la isla, hecha de sueños y barranqueras, de volcanes y cosas inacabadas, ya incluso somos puntuales, traicionando nuestras sagradas tradiciones y el «tu tranquilo».

Ramón Aráujo
Ramón Aráujo
(Ourense, 1944)
Viviendo en La Palma desde 1950 se considera gallego por el ADN de sus padres y palmero por el ADN de sus hijos y del paisaje. Licenciado en Derecho por Santiago de Compostela, seis años en República Dominicana, profesor jubilado y juglar en activo con Trío Zapatista («Anticraisis Consort»), más de 30 años y miles de conciertos recorriendo todas las islas, con 14 discos publicados con material propio, alguna que otra obra de teatro estrenadas, múltiples colaboraciones con grupos de música y teatro, cantantes, monologuistas etc., y ocho libros publicados en una temática de amplio espectro y vocación minimalista. Lemas a los que se aferra con cierta frecuencia: «La culpa es mía que estaba trabajando», «bastante bien estamos para lo mal que estamos», «no me digas que piensas, dime lo que haces y me importa un pimiento lo que yo piense» y «mientras vosotros os coméis el tarro yo respiro, o lo que es lo mismo, viva el mindfulness palmero».

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